Las «zonas rurales venezolanas fronterizas con Colombia y Brasil (están) cada vez más afectadas por la hiperinflación, la contracción de las fuentes de empleo y la devaluación de la moneda (lo que) impide a la población cubrir sus necesidades básicas, situación que facilita su participación en actividades ilegales como una alternativa laboral… son zonas donde el Estado venezolano está prácticamente ausente, la figura de los grupos armados irregulares -que controlan las actividades ilícitas como el contrabando de combustible, de alimentos, medicinas, el narcotráfico, la extorsión y el secuestro- emergen como los nuevos «patronos», e incluso se han convertido en los principales proveedores de empleo.